Bajo el titular se desarrolla el siguiente artículo aparecido el 18 de agosto en el Heraldo.es
"Las riberas del Ebro son pistas
para corredores y camino de paseantes, además de lugar de recreo para mascotas
y sus dueños. Desgraciadamente, en muchas ocasiones también es lienzo para
vándalos. El curso del río a su paso por Zaragoza traza un recorrido por
edificios y otros elementos históricos. Por ejemplo: puentes, lonjas,
torreones, conventos o pretiles, como el de San Lázaro, junto al Puente de
Piedra.
A diferencia de su medieval
vecino, este pretil no es protagonista de fotografías turísticas ni tampoco
acapara las miradas de muchos paseantes. Al contrario, destaca por su
sobriedad. Característica que le da la homogeneidad con la que están dispuestos
los sillares de piedra. ¿Cuándo se construyó? El original fue levantado en un
verano, el de 1789.
Así que los zaragozanos de hace
230 años tal vez no viajaban a Salou, pero sufrían obras en la ciudad cada
época estival. Una costumbre que parece no entender de décadas ni tampoco de
siglos. La construcción del pretil de San Lázaro tuvo una duración de medio
año, seis meses de obras que concluyeron en la Nochebuena de ese mismo año.
Según la RAE, un pretil es “un
murete o vallado de piedra u otra materia que se pone en los puentes y en otros
lugares para preservar de caídas”. Según fuentes documentales, el de San Lázaro
se construyó con ese fin y con el cometido de prevenir inundaciones en esa
parte de la ciudad durante las posibles avenidas del río. Proteger el puente y
el cercano camino real también era su meta, tal y como se lee en su ficha
municipal. La proximidad a importantes conjuntos, como la iglesia de Altabás o
el antiguo Convento de San Lázaro (que da nombre al pretil), pudieron impulsar
su edificación.
La rotunda funcionalidad le restó
vistosidad. Pese a su discreta apariencia, es Bien de Interés Cultural (BIC)
desde 2002, una denominación que le otorgaron al mismo tiempo que al Puente de
Piedra. En el texto oficial de su catalogación se manifiesta que lo que se
conserva es "la obra del siglo XVIII y las restauraciones posteriores".
De aquí se desgrana que este pretil ha experimentado numerosas reformas, como
la actuación de 1910 que lo dejó tal y como se observa en la actualidad. Si se
revisan fotografías y postales antiguas se descubre que en un principio era un
terraplén, desde la entrada del barrio Arrabal hasta el agua. Por esta razón,
la construcción de la alta pared pudo ser fruto de la intervención acometida a
principios del siglo XIX.
Este de la margen izquierda no
fue el primero. El de la orilla de enfrente ya se había rematado una década
antes con la maestría de los arquitectos Pedro del Mazo y Juan Ortiz de Lastra,
entre la Basílica del Pilar y el Puente de Piedra. Según Patrimonio del
Gobierno de Aragón, el de San Lázaro fue trazado por Agustín Sanz. Este
zaragozano era el arquitecto de confianza de familias nobiliarias, tal y como
se referencia en la Gran Enciclopedia Aragonesa. Los duques de Híjar o los
condes de Aranda eran algunos de sus fieles clientes. Diseñó posadas, como la de
Ateca o Borja, además de varias iglesias en la zona del Bajo Martín. Según el
informe histórico artístico del Ayuntamiento de Zaragoza, en la actuación del
pretil de San Lázaro también trabajó el cantero Antonio Ribes.
“Ni la antigüedad de la última
reforma ni su forma de construcción lo han desnaturalizado”, se publicó hace
más de una década en las páginas de HERALDO. Por ello, se puede considerar que
este pretil es un buen ejemplo de patrimonio adaptado y bien conservado".